Cançó idiota
Ferrater, Gabriel, «Cançó idiota», Les dones i els dies, Barcelona, Edicions 62 («MOLC», 21), 1979, p. 139-140; Les dones i els dies, edició definitiva, Barcelona, Edicions 62 («la butxaca»), 2017, p. 183; i Les dones i els dies, edició crítica de Jordi Cornudella, Barcelona, Edicions 62, 2018, p. 189.
Escribir un poema «un dia / del mantegós seixanta-dos» (v. 27-28). 1962, año «mantegós», tiempo del franquismo, año del que Jaime Gil de Biedma escribió que en él los «Grises años gastados / tercamente aprendiendo a no sentirse sordos» parecían quedar atrás, pues «el silencio / es hoy distinto, porque está cargado. / Nos vuelve a visitar la confianza» («Asturias, 1962», en Moralidades, 1966). Confianza que venía provocada por la huelga de los mineros asturianos en la primavera de aquel año, un año que, pese a ello y la confianza que despertó en Gil de Biedma y tantos otros, Gabriel Ferrater todavía pudo calificar de «mantegós».
Un día, pues, de ese año es cuando se fecha la redacción de «Cançó idiota», poema que empieza con otra datación: «Any de distrets Any trenta-vuit» (v. 1), tiempo de la guerra de España, de la cual la memoria va a llevar al poema dos de sus episodios decisivos. Un día de ese año, el joven yo del poema –se deja constancia de ello: «Quan va esclatar la guerra, jo tenia / catorze anys i dos mesos» («In memoriam», v. 1-2)– vio que «les barques de la Costa Brava / van fer camí» (v. 9-10) hacia el Ebro y sabría que en julio de ese año «van passar l’Ebre» (v. 8), ofensiva contra los sublevados que acabaría con la retirada de las tropas republicanas a finales de noviembre dejando una espesa sombra de muerte y destrucción.
El segundo episodio de aquel «Any de distrets Any trenta-vuit» en el poema se data el día en que «en un avió corrugat / vaig aterrar vora Toulouse» (v. 18-19): el joven que vio pasar las barcas había salido de España al exilio. No es ese un día indeterminado, es el 30 de septiembre, «el dia just que Daladier / per reservar-me pau francesa / no empalmava amb la nostra guerra» (v. 20-22), según los Acuerdos de Múnich. Si un avión alejaba de España al personaje del poema, a Ferrater, y lo ponía a salvo, ese mismo día Édouard Daladier, Arthur Neville Chamberlain, Adolf Hitler y Benito Mussolini acordaron, entre otras cosas, dejar desamparada a la República española camino de su derrota. Así, el acontecimiento histórico, con sus consecuencias fatales para tantos, quedaba ligado por el azar de la cronología a un acontecimiento personal de quien habla en el poema y, con ello, la salvación personal de quien voló a Toulouse encontraba su correspondencia con el acuerdo que llevaba con él lo que ya se precipitaba al hundimiento de la Segunda República, la muerte y la destrucción y a los años a los que Gil de Biedma se referiría en el poema citado como ensordecedores («la guerra / nos dejó mucho tiempo ensordecidos»), a los que seguirían todavía muchos otros años más de silencio y sordera, entre ellos, el «mantegós seixanta-dos» (v. 28).
Las palabras de «Any de distrets Any trenta-vuit» que enmarcan el poema (v. 1 y 32) se leen también, con alteración del orden de las frases, hacia su mitad: «Any trenta-vuit Any de distrets» (v. 15); todo gira alrededor de aquel tiempo, de la memoria –una memoria a la que el poeta se refirió como «la marmanyera / memòria, la mentidera» («Aniversari», v. 4-5) y también como «fosca» («Teseu»); pese a esos calificativos, este último se lee en «Un sol fil et daura / la fosca memòria» (v. 1-2), hilo de salvación, por tanto, como lo fue para el héroe Teseo–, memoria de aquel tiempo, dobles recuerdos, unos de dimensión histórica, autobiográficos otros. Si el nefasto encuentro de Múnich se corresponde con la llegada a Toulouse, el del día que vio que «les barques de la Costa Brava / van fer camí» (v. 9-10) hacia el Ebro encuentra su correspondencia con un hecho nada menor en la vida personal: «Havien prohibit la platja / i ens anàvem a banyar nus / lliscant per sota una alambrada / Vaig aprendre de fer l’amor / a l’ombra dels pins de Pedralbes / quan roncaven els camions / portant barques a passar l’Ebre» (v. 2-8). Que no es acontecimiento menor en la vida de quien recuerda lo dice el poema: «Any trenta-vuit L’any més maldestre / i jo hi vaig aprende de viure / Quin rosat embull d’entrecuix» (v. 29-31): la repetición de uno de los términos de estas frases «aprendre de fer l’amor» – «aprendre de viure» invita a leer como idénticos los restantes de ellas. Dos frases para un significado único.
Así, los acontecimientos que construyen el poema, los dos históricos y los dos autobiográficos, hacen de «Cançó idiota» un discurso que se estructura en un doble paralelismo.
Arthur Terry, comentando varios de los poemas de Ferrater, señaló cómo en «Poema inacabat» y algunos otros más «lo que llama la atención no es tanto la cantidad de detalles autobiográficos que estos poemas contienen, sino su manera de combinar los acontecimientos públicos con otros, no menos decisivos, de la vida personal del autor» y también que en «In memoriam» se da «la reflexión acerca del sentido fluctuante de la unidad y la pluralidad» (1979: xiii y xv). Lo dicho por Terry se puede predicar también de «Cançó idiota», donde los acontecimientos públicos, o históricos, se entremezclan con otros que son rigurosamente autobiográficos, anudados por la coincidencia temporal, aunque se debe matizar que la diferencia de la naturaleza de unos hechos y otros queda algo desvanecida, si no borrada, por la transcendencia que los sucesos históricos tuvieron sobre la vida del poeta, de manera que de los primeros se podría decir que, si no son en rigor autobiográficos, sí al menos «autobiográficos», inscritos en lo personal. La guerra de España –la batalla del Ebro y su resultado, los acuerdos de Múnich– daría paso a los largos años de dictadura, al tiempo vivido en ella, y en cuanto a lo sucedido en el pinar de Pedralbes –«Vaig aprendre de fer l’amor», «Vaig aprendre a viure»–, el encuentro con el cuerpo de la mujer, lo que marca un antes y un después en la sexualidad, es algo que no puede tenerse por baladí y bien lo dice la escritura de Ferrater al llevar a la mujer, a las mujeres, al título de la reunión de su poesía: Les dones i els dies; y además, en primer lugar, lo que, no hay que olvidarlo, venía dictado por ser reescritura del título de Hesíodo, con todo, es «les dones», las palabras que el poeta dispuso como cierre de su obra poética: «t’esperen les dones» («Teseu», v. 26).
Proyección, pues, de lo histórico sobre la autobiográfico que lo hace suyo –o a la inversa–, en un movimiento de subsunción, o de doble subsunción, lo que, por otra parte, viene anunciado por el adjetivo idiota en el título del poema. Ha llamado la atención sobre tal voz Enric Blanes. De «Cançó idiota» dice que «Es tracta d’una evocació molt particular, personal, recalcada per l’idiota del títol (que apunta al sentit etimològic de la paraula)». Cierto, apunta al sentido etimológico y conviene decir algo más: el idiota del título es término que proviene del griego ιδιότης y este a su vez de ̔ίδιος ‘privado, particular, personal, propio’. Teniendo esto en cuenta, la relación de lo personal y lo público no puede ya pensarse como una estructura en la que los términos se oponen, se excluyen, sino que idiota, en cuanto propio, se apropia de lo histórico o público en un gesto de inclusión. Es la lección de «Cançó idiota» que está exigiendo la lectura de idiota.
«Cançó idiota». Un hombre en la cuarentena –«Quan va esclatar la guerra, jo tenia / catorze anys i dos mesos», versos iniciales de «In memoriam» y de Les dones i les dies, imponen la datación de toda fecha de esta obra poética– se entrega al hilo dorado de la memoria y se retrotrae al «Any trenta-vuit», cuando aprendió a vivir y sucedieron otras cosas que, así se lee en «Els aristòcrates», le permitieron escribir: «Tinc història prop. En tinc el fàstic» (v. 4).
Crític i profesor (Universidad de Zaragoza)
Enric Blanes, http://gferrater.blogspot.com/2009/05/098-canco-idiota.html.
Arthur Terry, «Prólogo», dins Gabriel Ferrater, Mujeres y días, Barcelona, Seix Barral, 1979, p. IX-LII.
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